Aliso (Alnus glutinosa L. (Gaertn.))
Este árbol es de hoja caduca, pero se mantiene verde hasta que se desprende del árbol.
Lo podrás encontrar en primera línea en los márgenes de los ríos de la zona atlántica. Necesita tener sus raíces bañadas por el agua en movimiento, por lo que si te asomas al río y miras hacia la base del árbol podrás observar una maraña de pequeñas raíces, de color rojizo sumergidas en el agua. Te llamará la atención que muchas de ellas parecen tener una especie de verruga. Se trata de unos pequeños nódulos, en los que viven en simbiosis con el árbol unas bacterias capaces de fijar el nitrógeno de la atmosfera. El resultado de esta colaboración es que los suelos sobre los que habita son más fértiles, lo que ha propiciado que el aliso se utilice como planta ornamental para recuperar taludes y cauces de ríos degradados.
En muchos países europeos lo consideraban un árbol embrujado ya que aunque su madera es blanquecina, al cortarse cambia de color y adquiere un color naranja-rojizo muy llamativo, pareciendo que sangrara. Esta capacidad de cambiar de color y admitir bien los tintes, ha servido también para hacerla pasar por otro tipo de maderas más nobles y caras.
¿Te has fijado en los frutos similares a pequeñas piñas que cuelgan de sus ramas? Dentro se encuentran las semillas que el viento se encargará de propagar.