Olmo de montaña (Ulmus glabra Huds.)
Tienes ante ti a la única especie autóctona de olmo del País Vasco. La distinguirás sobre todo por la base asimétrica de la hoja, con un lóbulo que oculta casi por completo el peciolo, es decir,
la ramilla que une la hoja con la rama. Sus hojas son grandes, aserradas y terminadas en punta, a la que a veces acompañan otras dos laterales.
La madera es casi blanca, muy homogénea y por eso también se ha denominado olmo blanco. No es de las más apreciadas para carpintería, sin embargo, fue muy empleada en obras en las que el agua está presente, ya que resiste muy bien la putrefacción. Además de emplearse en la construcción naval se utilizó para cimentar los pilotes de minas y pozos.
Llama la atención que las empresas que se dedicaban a suministrar el agua en el Londres del siglo XVI al XVIII utilizaran tuberías de madera de olmo. Parece ser que entre un tubo y otro los empalmes se hacían con abrazaderas de plomo y el agua así canalizada se suministraba a los barrios más modestos.
Como ornamental es una especie agradecida y utilizada como árbol de sombra en alineaciones. Fíjate cuando fructifican: su semilla rodeada por una membrana que facilita su dispersión por el viento se asemeja a un huevo frito. ¿No te parece?