Olmo siberiano (Ulmus pumila L.)
Te encuentras ante la especie de olmo más resistente a la grafiosis, una enfermedad que acabó con gran parte de las olmedas de Europa y también de Norteamérica. Si te has topado alguna vez con un olmo, bajo cuya corteza hayas visto una línea central y partiendo de ella hacia los laterales unas más finas, has descubierto un árbol afectado por esta enfermedad. Seguramente estará seco o no le quedará mucho tiempo de vida.
Ese “gráfico” es obra de las larvas que nacerán de los huevos de un escarabajo que penetra en la corteza del árbol para depositarlos bajo ella. El problema radica en que suele llevar adheridas las esporas de un hongo que una vez dentro del árbol tapona los conductos por los que circula la savia. La consecuencia es que las hojas se secan, el árbol se debilita y acaba muriendo.
El olmo de Siberia resiste bastante bien los ataques de este hongo. Por ello, y sobre todo después de la pandemia ocurrida en la década de los 70 del siglo pasado, fue el que sustituyó al olmo común (Ulmus minor) y al de hoja grande (Ulmus glabra) en pueblos y ciudades como árbol de ornamentación.
Un problema posterior ha sido que su alta capacidad de rebrotar de cepa y la facilidad con las que germinan sus semillas, han convertido a esta especie en invasora apareciendo a menudo en escombreras, setos, grietas y hasta alcantarillas.